Aprender de dos generaciones

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Hace poco cumplí 40 años, por lo que pertenezco a una generación que está, en estos momentos, inmersa de pleno en el proceso de toma de las riendas de la Sociedad a todos los niveles, públicos y privados, es nuestro turno.

Estamos en medio de dos generaciones muy potentes, la de nuestros padres, que armaron la Sociedad actual prácticamente de la nada, sobreviviendo a un duro periodo de posguerra, no sólo enfocado en España, si no en todo el mundo y, por otro lado, la de nuestros hijos, los cuáles, sin ninguna duda, veo mucho más espabilados que nosotros a su edad, el mundo interconectado es su hábitat, ya lo dominan, y la inmediatez es su lema.

Como digo, es nuestro turno, pero la sociedad que estamos cogiendo no es la Sociedad que nos dibujaron, no es la Sociedad en la que nos enseñaron a vivir, está cambiando, ha cambiado, seguirá cambiando. Vaya turno, hemos estado treinta y pico de años preparándonos un papel que, llegado el día del estreno, nos lo cambian. ¿Y ahora qué? Se supone que con nuestra edad la vida debería estar resuelta ¿no?, pues resulta que no. Nos toca seguir aprendiendo, nos toca adaptarnos, nos toca trabajar duro, nos toca ver la vida como si siempre estuviéramos en 1º de EGB, nunca la tendremos hecha, pero siempre la estaremos haciendo, hasta el final. Afortunadamente tenemos dos buenos espejos donde mirarnos, el de nuestros padres y el de nuestros hijos, la clave es encontrar el equilibrio y, una vez encontrado, marcar los pasos. Ahí radica el problema, encontrar el punto de equilibrio, y no quedarnos en fuera de juego.

No hay “Ninis”, no hay generaciones perdidas, no hay generaciones agotadas, lo que de verdad no hay es equilibrio, sólo excesos, sólo radicalismos, sólo etiquetas, sólo blanco o negro. Los mayores se resisten a los cambios, quizás por las cosas de la edad, quizás porque lo que han conseguido les costó mucho esfuerzo, y aunque lo hayan perdido, siguen haciendo las cosas como siempre lo han hecho, sin ver que eso ya no funciona en el nuevo escenario. Los pequeños quieren cambios, constantemente, porque lo monótono les aburre, porque lo establecido no conjuga con sus gustos e inquietudes, porque el dar por hecho las cosas no genera resultados, van más rápido que nosotros, se cuestionan las cosas más que nosotros.

En esta encrucijada estamos. Nosotros, que hemos mamado y vivido la cultura del esfuerzo y del sacrificio para alcanzar una estabilidad, nosotros, que estamos viviendo el cambio de paradigma en toda su magnitud, nosotros, que nos hemos agarrado al tren de la revolución tecnológica del Siglo XXI educados en los valores y normas del Siglo XX, nosotros, tenemos un papel duro, pero apasionante, el de seguir aprendiendo, el de construir, de dos pensamientos generacionales, en muchos casos antagónicos, nuestro propio pensamiento, adaptándolo a la evolución social que vivimos, de tal modo que no nos quedemos en mera transición, si no en verdadero motor del cambio, en el escalón generacional que transformó la Sociedad, llevando lo bueno de nuestros padres para optimizar lo bueno de nuestros hijos

Creo firmemente que tenemos capacidad sobrada para ello, nos hemos preparado y formado muy bien, llevamos en la mochila esos valores universales y atemporales que debemos adaptar a esta nueva era, sabemos dialogar y tenemos sentido crítico. ¿Cómo lo hacemos?, no lo sé, no soy filósofo, aunque me considero una persona muy observadora, quizás ahí esté una de las claves, la de observar, la de analizar, la de tomarnos el tiempo necesario para reflexionar en ello, la de tomarnos el tiempo necesario para comunicarnos con ellos, con nuestros padres y nuestros hijos, tomarnos el tiempo necesario para escucharles. El tiempo, ¡ah! el Tiempo, cómo nos hemos complicado la vida con tal de no tener tiempo, cuando el tiempo no es algo que se tiene, si no que se dedica.

Quizás no se trate de que nuestra generación sobrevivamos esta época de cambios, si no de que seamos nosotros mismos el Cambio, pero para ello hay que dedicar tiempo, porque se es Cambio comunicándonos y actuando, porque se es Cambio aprendiendo.

¡Ya soy Director!, Director de mi vida

¡Dirijo mi vida!
¡Dirijo mi vida!

Hay muchos puestos de trabajo. Todos, quien más quien menos, hemos tenido y tenemos la ambición de ocupar el puesto de mayor categoría y nivel dentro de una empresa o de un departamento porque, entre otras cosas, nos aporta reconocimiento social y porque, en definitiva, suele ir emparejado a un nivel de adquisición que nos resuelve, si no todos, la gran mayoría de los problemas. Lo que está claro es que todos no podemos llegar a ocupar los puestos más altos, por diferentes motivos, quizás el principal es que resultaría del todo inviable.

Independientemente de esto, hay un puesto de «trabajo» del que muchas veces nos olvidamos, y al que no le damos la importancia debida, es el de «Director de mi vida». De nada sirve tener un puesto de trabajo, el que sea, si no hay trasfondo en tu vida, esta es la clave. Coger las riendas de tu vida, tener la certeza de que independientemente al puesto que ocupes, al trabajo que tengas, a lo que hagas, eres capaz de superar todos los obstáculos que se te pongan por delante, a adaptarte y provocar los cambios, a rectificar, a mejorar, a aprender, a disfrutar en cada instante de aquello que te gusta, de los pequeños detalles, a compartir, a sonreír, a cometer errores, a aprender de ellos, a aportar en cualquier contexto en el que te muevas, a tener pasión y constancia en lo que haces y crees. Si no tienes control sobre todos estos aspectos y más que me dejo en el tintero, en el fondo, no tienes nada. Esto es lo que llena, esto es lo que realmente te hace sentir pleno, aceptar lo que eres y lo que tienes, para sobre ello mejorar en lo posible en todos los ámbitos, laborales y personales. Esto es lo que realmente y a la larga cuenta y, si me lo permitís, también te aporta reconocimiento social, al menos en tu entorno cercano y, sin duda, antes o después, solvencia económica.

PERSONA

Personas
Personas

Somos PERSONA. Se dice muy rápido pero es un concepto con un calado muy profundo. La primera acepción de PERSONA que aporta la RAE es «individuo de la especie humana». Entiendo con esto que la PERSONA es por tanto humana y eso significa que si digo «Recursos Humanos», entiendo que en que este término empresarial, entre otras cosas, se contienen cuestiones relativas a la PERSONA. Pero quedémonos de momento en el concepto inicial, en PERSONA.

¿Qué es PERSONA?, seguramente cada uno de nosotros tiene en mente su propia definición, del tipo: «ser vivo de la especie humana, mamífero, con capacidad de razonamiento, inteligencia superior y conciencia de sí mismo, que etc…» Bueno, expliquemos como lo expliquemos todos queremos decir lo mismo pero de diferente manera. Hagamos una pregunta más interesante, de mayor calado; ¿qué tiene la PERSONA que lo hace PERSONA? la cuestión, aquí, adquiere una dimensión más amplia. Trataré de responder a este interrogante de una manera sencilla, huyendo de cuestiones metafísicas que no vienen al caso en este artículo, pero que se sobreentienden.

PERSONA es SENTIDOS: Siente el sabor de la fruta cuando la come, siente la música cuando la escucha, siente la textura de un objeto cuando lo toca, siente el olor y siente los colores.

PERSONA es SENSACIONES: A partir de los sentidos pueden sentir el  frío o el calor. Puede sentir placer y pueden sentir dolor cuando sufre un golpe.

PERSONA es EMOCIONES: Está orgulloso cuando consigue algo por lo que ha luchado y siente frustración ante el fracaso. Se enfada cuando algo le disgusta y se alegra cuando algo le agrada. Siente nervios antes de un examen y tranquilidad cuando lo ha acabado. Siente temor ante el peligro y siente seguridad ante situaciones que domina.

PERSONA es ESTADOS DE ÁNIMO: Esta triste cuando las cosas le van mal y está feliz cuando todo le va bien.

PERSONA es CRECIMIENTO: Su tendencia natural es la de crecer en todos los sentidos, necesita aprender, evolucionar, madurar, superarse a sí mismo, superar retos.

PERSONA es VALORES: Necesita tener unos principios sobre los que actuar, necesita defenderlos, necesita rectificarlos, necesita consolidarlos y mostrarlos.

PERSONA es COMUNICACIÓN: Necesita comunicarse, para ello creó el lenguaje, y para ello necesita a otras personas. Necesita escuchar y ser escuchada, comunicar sea cual sea el canal de comunicación.

PERSONA es RELACIONARSE: Ser sociable por naturaleza, necesita agruparse, tener pareja, convivir, formar un grupo de amigos, asociarse, formar una familia.

PERSONA es REFLEXIÓN: Necesita tiempo para sí misma, necesita descubrirse y conocerse, necesita recordar y necesita olvidar, necesita desear, necesita soñar.

PERSONA es PENSAMIENTO: Necesita observar, necesita opinar, necesita formar su criterio, necesita pertenecer a una corriente, necesita formar su personalidad.

PERSONA es CREACIÓN: La persona necesita innovar, crear, expresar, necesita plasmarlo y necesita que otra persona entienda lo que expresa, o que lo critique. Necesita el Arte y la Cultura.

PERSONA es CONOCIMIENTO: Necesita hacerse preguntas, necesita responder a esas preguntas, necesita saber, tener inquietudes, intereses, quiere investigar, necesita probar, desea descubrir. Necesita la Ciencia.

PERSONA es AMOR: Sin amor no hay persona, la persona necesita amar y ser amada. Hay diferentes tipos e intensidades de amor, tantos como personas.

PERSONA es COMPARTIR: Necesita dar y necesita recibir; necesita ayudar y ser ayudada. Sin otras personas, es imposible crecer y avanzar.

PERSONA ES CREER: Para tener un motivo para seguir, un motivo por el que luchar. Necesita tener esperanza.

Me dejo muchas más pero no quiero alargarme demasiado.

Volvamos al término empresarial «Recursos Humanos». Estos departamentos, los llamados Departamentos de Recursos Humanos se han dedicado, por lo general, a gestionar al «individuo de la especie humana», como lo define la RAE en su primera acepción. Se han quedado en el concepto, en el número, en la superficie, en la unidad. Es tiempo ya que los departamentos de Recursos Humanos, o el departamento o persona responsable de la gestión de esta función, empiecen a gestionar a la PERSONA en su plenitud. Que tengan en cuenta en su función cosas tan básicas y ligadas a la condición humana y a la PERSONA como las emociones, las sensaciones, los sentidos, los estados de ánimo, los pensamientos, las creencias, la comunicación, la reflexión, los valores, las relaciones, la comunicación, el conocimiento… ¿O es que acaso lo más importante en las empresas no son las PERSONAS?