Adaptarte para dar sentido…


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«Dar sentido», imagen de mi cuenta de Instagram

Cuando miras atrás y ves que has crecido y evolucionado, entonces es que te has ido adaptando. Para mí la adaptación es la clave del aprendizaje y del desarrollo personal y profesional. Aún sin voluntad de aprender, aprendes cada vez que te adaptas a nuevas circunstancias, tanto intrínsecas como extrínsecas.

Estamos en tiempos en los que se aprecia como debilidad el poder cambiar de opinión, el reconocer que la otra parte tiene razón, cuando curiosamente uno de los pilares de la integridad personal es la de rectificar, es la de comprender que estabas equivocado y no tienes ningún problema, ni complejo, en aceptarlo, y por tanto, admitirlo, para empezar a trabajar en ese nuevo camino. Así es como se gana uno el respeto, sin ninguna duda, al menos con uno mismo, pues el respeto hacia uno mismo es lo más importante. Partiendo de ahí, el de los demás viene sólo. Eso es integridad.

Cuando empecé este blog, hace más de 5 años, estaba en una situación vital totalmente diferente a la actual. Releyendo mis artículos, me he encontrado con elementos en los que sigo estando de acuerdo, pero otros en los que mi visión ha cambiado, ya sea poco, o de modo sustancial.

Llevo bastante tiempo sin escribir en este espacio. Podría poner bastantes excusas, pero no dejarían de ser eso, excusas, aunque estén bien justificadas. ¡Afortunadamente tengo muchos proyectos profesionales y una vida familiar intensa!. Sin embargo, tras el paso de los meses, he comprendido que escribir en este blog en aquella época supuso para mí una vuelta a encontrar el sentido de mi vida profesional. Cumplió, en esos años, un papel fundamental en mi vida, convirtiéndose en el cimiento sobre el que he venido construyendo (de manera voluntaria pero inconsciente, si es posible semejante paradoja) mi situación profesional actual.

Es posible, por tanto, que cuando llegué a esta «situación profesional actual», dejé de sentir la necesidad de escribir aquí o, mejor dicho, perdí el sentido de escribir aquí, pues el que tenía ya se había consumado.

Esto, que he comprendido recientemente, es lo que me ha impulsado a escribir de nuevo en mi espacio digital. Al final de todo, se trata de dar sentido a las cosas que hagas, no tanto lo que hagas. Lo que hagas, hazlo con sentido, en resumen. Las cosas por sí no tienen sentido, el sentido se lo das tú, y es importante conocer en todo momento para qué haces lo que haces, pues la respuesta a tal pregunta es la que le da sentido a eso que haces y, si no le encuentras el sentido, ¡para qué sigues haciéndolo!

Llevándolo al plano profesional, uno de los mayores aprendizajes que he tenido desde que inicié mi andadura como autónomo ha sido precisamente este, el que he sido capaz de dar sentido al trabajo que hago, de tal modo que los clientes lo han notado, pues han visto en mi un facilitador para su desarrollo y crecimiento en políticas de gestión de personas. Es algo intangible, como un proceso natural, en el que se desarrolla un vínculo con los clientes basado en la confianza y en un sentido a lo que se implante y cómo se implante.

Trabajar por tu cuenta te permite esto, transmitir a los clientes cómo entiendes tú tu trabajo, desde la honestidad, desde la flexibilidad, desde la total empatía, desde la Escucha, para que él mismo canalice ese «para qué» a través de su propio filtro, y le encuentre sentido a la función de Recursos Humanos en su empresa. Es entonces cuando esta función empieza a crecer en la misma, y es entonces cuando empieza la «Magia». Antes que crear un departamento de Recursos Humanos, es vital conocer el sentido de para qué la función de Recursos Humanos en la empresa, así de simple; ahí es donde trabajo, en ese terreno me muevo.

Quizás es esto lo que se ha estado fraguando en mi durante todo este tiempo, quizás no es que no tenía ganas de escribir, o no tenía tiempo, es simplemente que estaba consolidando interiormente un nuevo sentido a mi profesión, y necesitaba poner foco en este proceso, sin distracciones, pues algo dentro de mi me decía que era lo que debía hacer, y punto. No me preocupaba no escribir, pues tenía claro que no tenía sentido hacerlo si no veía para qué. sabía que tenía que esperar, muchas veces, el tiempo es tu aliado.

En definitiva, adaptarte para encontrar sentido en todo lo que hagas es, sin duda, una Competencia Profesional. Adaptarte, contrariamente a lo que pueda parecer, no es ser capaz de hacer cosas diferentes, en varias situaciones, en escenarios diferentes y con varias personas heterogéneas. Adaptarte es el proceso de encontrar el sentido a lo que haces, teniendo en cuenta factores intrínsecos y extrínsecos en cada momento vital. Un proceso, además, continuo. De hecho, seguramente me encuentre ya inmerso en otro, de forma inconsciente, pero voluntaria. El Ciclo de la Vida.

Grandes Cosas

Mejora

No hace falta ser una gran empresa para hacer grandes cosas. No hace falta ser un genio y crear algo fascinante y que cambie el mundo. A la hora de trabajar por tu cuenta solo hace falta que seas tú mismo, como punto de partida para cambiar tu realidad, y utilizar adecuadamente todos los recursos a tu disposición. Por lo tanto:

1. Pregúntate quién eres, qué es lo que quieres y en qué aportas valor, y cómo crees que lo aportas. Pregúntate en qué destacas.

2. Pregunta a tu entorno quién eres, en qué aportas valor y cómo lo aportas. Pregunta a tu entorno en qué destacas.

3. Con esta información decide qué hacer, márcate un objetivo y ve a por ello.

4. Pregúntate a ti mismo en qué puedes mejorar para alcanzar ese objetivo.

5. Pregunta a tu entorno en qué puedes mejorar para alcanzar ese objetivo.

6. Con esta información diseña una ruta para mejorar, a través de formación presencial u on-line, a través de lecturas, blogs, conversaciones, o contrastando con personas de diferentes disciplinas, mayores, niños….

7. Ahora enfócate en tu producto o servicio, y pregúntate qué soluciones puedes ofrecer, pregúntate a quién se lo quieres ofrecer y pregúntate qué necesidades puedes cubrir.

8. Pregunta a tus potenciales clientes qué necesidades quieren o necesitan cubrir y si tu producto o servicio las cubre, y si no las cubre pregunta qué debes mejorar o cambiar para que las cubra.

9. Y analiza lo «bueno» que hace tu competencia, y aplica lo que te valga, y analiza lo «malo» que hace tu competencia, y mira si a ti te funcionaría, nunca se sabe. Ponle tu «sello» personal, tu estilo, tu esencia.

10. Con esta información aplica lo que consideres y saca tu producto o servicio a la calle, analiza y verifica los resultados.

11. Si funciona pregunta a tus clientes en qué puedes mejorarlo, si no funciona pregunta a tus clientes en qué puedes mejorarlo. Escúchalos y aplica las mejoras que creas conveniente. Ponte a ello y lo vuelves a sacar a la calle, y analiza y verifica los resultados.

12. Y sigue enfocándote al producto o servicio, en cómo puedes mejorarlo, en cómo lo puedes hacer llegar mejor a tu cliente objetivo, en cómo puedes mejorar tus procesos productivos o metodologías o materiales que utilizas, en cómo lo puedes adaptar a las necesidades específicas de cada cliente, zona o cultura a la que te dirijas.

13. Y no olvides volver a preguntar, escuchar, actuar, verificar, equivocarte o acertar y volver a preguntar, escuchar, actuar, verificar, equivocarte o acertar y volver a preguntar…

En definitiva, crea, integra, adapta, pregunta, escucha, aprende, lee, mejora, segmenta, trabaja, arriesga, equivócate, acierta, cultiva, educa, interactúa, comunica, comparte, colabora, genera oportunidades, innova, analiza, investiga, verifica, evoluciona, llega, impacta y harás grandes cosas, Si no funciona, si no te llena, vuelve al punto uno, quizás no era lo que querías, quizás tu proyecto no es lo que eres.

Expertos

Expertos
Expertos

Las Redes Sociales nos han permitido proyectarnos a una serie de profesionales «expertos», cada uno en su ámbito de actividad, de tal forma que con las herramientas antiguas habríamos tardado años y años de esfuerzo. Por otro lado ha permitido a otras personas el acceder a información y conocimientos y a contactar con personas referentes en su sector o profesión o ámbito de interés, que de otra manera hubiera sido casi imposible.

Para perfiles con una alta orientación hacia las personas como los que nos dedicamos a los Recursos Humanos en todos sus ámbitos, el poder sacar a la luz nuestras reflexiones, nuestros pensamientos, nuestra forma de entender determinadas cuestiones, todas ellas basadas en nuestra experiencia y años de consolidación mental, es a mi parecer un auténtico hito. Ahora bien, esta vocación por orientar, ayudar, aconsejar o acompañar no vale si detrás no hay personas no solamente dispuestas a escuchar, si no que además estén dispuestas a actuar.

Hay un principio básico que también se da en las Redes Sociales, y es que nadie le va a sacar «las castañas del fuego a nadie», que no hay ayuda si no existe la voluntad de ser ayudado. Esa voluntad de ser ayudado no significa decir sí a todo lo que te digan, no significa hacer todo lo que te dicen que tienes que hacer para encontrar empleo, formarte, o crearte una red de contactos. Este café no es igual para todos. Es necesario para que exista verdadera voluntad de ser ayudado el poner tu parte, el interiorizar todos los mensajes que te llegan, llevarlos a tu terreno, ponerle tu sello personal y por supuesto actuar.

No conozco a nadie que haya logrado su objetivo siguiendo al pie de la letra lo que proponemos en nuestras entradas, pero sí conozco a mucha gente que ha logrado ponerse en marcha a raíz de éstas, a realizar un cambio por pequeño que sea, pero siempre, eso sí, adaptándolas a su forma de ser, a su entorno, a su actividad… a multitud de variables que solo atañen a ellas.

En mi opinión nosotros, más que expertos en una materia, somos expertos en aplicar todo lo que aprendemos en nuestro entorno poniéndole nuestro trabajo de interiorización y por tanto nuestra manera de entenderlo, somos expertos en enfocar nuestra actividad en el pilar del aprendizaje constante, somos expertos porque sacamos nuestras conclusiones a partir de nuestra experiencia y porque revisamos estas conclusiones a partir de las experiencias de otros, a quienes preguntamos, con quienes colaboramos, con quienes prestamos un servicio. Somos expertos porque compartimos lo que decimos, hacemos y opinamos, somos expertos porque no nos da miedo fracasar. Lo que realmente nos da miedo es el no aportar, el estar parados, el no seguir con nuestro apasionante camino. En definitiva el ser experto o no no es un resultado, es una actitud, que necesariamente ha de ser compartida, no hay experto si no hay contraste, si no hay interacción.

Las matemáticas exactas y lo absoluto no valen para las personas, aunque sí las probabilidades. Éstas las podemos manejar, sobre ellas estimamos futuribles y posibles, pero lo que realmente hace que lo que compartimos funcione es que el receptor coja lo que le sirva, le ponga su sello, lo adapte a su «ecosistema», lo ponga en práctica y, por supuesto, lo comparta, entonces también se convertirá en experto, entonces manejará sus probabilidades.

Intensidad

Intensidad
Intensidad

Poner intensidad a las cosas, a todo lo que haces, te guste o no; a todo lo que vives, te guste o no; a todo lo que conoces, te guste o no, en definitiva, a la vida o, mejor dicho, a tu vida, es lo que nos permite llegar a la plenitud. Por ejemplo:

  • Poner intensidad es estar dispuesto a equivocarte y arriesgar, sin miedo, porque sabes que aprenderás del error.
  • Poner intensidad es tener un plan trazado, pero siempre abierto a los nuevos recovecos y giros que te propone la vida. Es descubrir, es descubrirte, es superar límites, es cambiar cuando sea necesario y lo que sea necesario.
  • Poner intensidad es hacer tu camino, aquello en lo que crees, pero con respeto, a ti mismo y a quien te rodea. Es creer en ti.
  • Poner intensidad es elegir, decidir, mojarte, pringarte.
  • Poner intensidad no es hacer muchas cosas, es simplificar y focalizar tus esfuerzos en pocas cosas.
  • Poner intensidad es intentar hacer cada vez mejor lo que haces, ponerle toda la pasión y entrega, es optimizarte.
  • Poner intensidad no es trabajar todo el día, es descansar, es relajarte, es dormir, es disfrutar de todos los momentos que te llenan, sólo y con los tuyos.
  • Poner intensidad es conocer a PERSONAS que te aporten valor en cualquier aspecto. personal y profesional, y rodearte de ellas.
  • Poner intensidad es aportar, ayudar, pero también lo es preguntar, pedir ayuda. Es colaborar y compartir.
  • Poner intensidad es mirarte al espejo sin miedos, sin complejos, de tú a tú. Es autorreflexionar.
  • Poner intensidad es decir lo que sientes en cada momento, pero también lo es disfrutar del silencio y usarlo inteligentemente. También es escuchar, pero de verdad.
  • Poner intensidad es mirar el reloj y sentir que aún te queda mucho por hacer.
  • Poner intensidad es sentir, es disfrutar de tu lectura preferida, escuchar tu música preferida, ver tu película favorita, visitar tu museo favorito, es empaparte de cultura y del Conocimiento Humano, es empaparte de conversación, de intercambio en definitiva, de observar.
  • Poner intensidad es dejarte sorprender, es no dejar de aprender.
  • Poner intensidad es centrarte en los valores que tienes, defenderlos y mostrarlos, es respetarte a ti mismo, es hacerte respetar. Es transmitir pasión en lo que dices y haces, por los cuatro costados.
  • Poner intensidad es ser honesto, y por mucho que no veas resultados a corto plazo, seguir siendo honesto, porque lo importante no es el resultado, sino el cómo traces tu camino y el cómo te sientas trazándolo.
  • Poner intensidad, en definitiva, es sentir que todo, lo bueno, lo malo y lo regular, MERECE LA PENA.

El Tiempo es mi aliado

Mi aliado el Tiempo

Resulta paradójico que el mayor regalo que recibimos cuando nacemos, el Tiempo, lo convertimos con el paso de los años en uno de nuestros peores enemigos. Hasta tal punto es así que en la actualidad es uno de los mayores causantes de estrés. Vivimos un ritmo de vida cada vez más acelerado, con una sobrecarga de responsabilidades (personales y profesionales) que nos acosa de tal manera que es imposible acapararlo todo exitosamente.

Sin embargo, y del mismo modo que con el paso de los años tendemos a juntarnos con personas que realmente nos aportan en diferentes parcelas, lo mismo debe de ocurrir con el Tiempo. Sin duda, es éste uno de los mejores aliados que se pueden tener en cualquier ámbito. No hablo exactamente de aprovecharlo al máximo, que también, hablo de usarlo inteligentemente, de comprenderlo, de reconciliarte con él, de aliarte con él. Si consigues hacerlo de manera adecuada sin duda obtendrás múltiples beneficios en tu trabajo, o en tu emprendimiento, o en tus proyectos o en tu vida personal. Este uso inteligente te ayudará a encontrar y vivir esos pequeños momentos de felicidad que alimentan nuestra vida, encontrando la paz y tranquilidad necesarias para afrontar tus responsabilidades y por supuesto, para disfrutar al máximo. Para conseguirlo expongo una serie de recomendaciones basadas en mi experiencia personal:

1- Tienes que adaptarte al ritmo que te marca la etapa vital en la que estás viviendo, tratando de comprender sus recovecos, complicaciones y oportunidades. Ese ritmo debes llevarlo a tu terreno,  adaptándolo a tu manera de hacer, siendo consciente de lo que puedes afrontar, y de qué necesitas para afrontarlo. A partir de ahí, haz todo lo que depende de ti mismo. En cuanto a lo que no depende únicamente de ti, no te compliques, comienza por realizar las acciones necesarias para obtener esos recursos (personas y herramientas) que necesitarás para afrontarlo llegado el momento, creando el caldo de cultivo y generando el momento propicio.

2- Sitúate mental y físicamente en la etapa vital en la que estás, buscando el equilibrio. Conoce tus limitaciones y tus fortalezas, desarrolla las primeras y optimiza las segundas en función de tus objetivos. Cuando llegue el momento para cada cosa lo sabrás, simplemente porque te sentirás preparado, simplemente porque te has preparado para ello, porque has logrado que surja el momento. Estás actuando en consecuencia, estás en acción continua.

3- Hay cuestiones para las que realmente no te ves capaz ni a corto, medio o largo plazo. Déjalas aparcadas. Deja que el tiempo haga su «trabajo», que lo macere, lo barnice o lo relativice mientras te enfocas en los temas que sí puedes afrontar. Casi sin querer y, pasado un tiempo, notarás cómo te sentirás capaz, o incluso verás que ya no es necesario afrontarlo, pues se ha solucionado por sí mismo o ha dejado de ser necesario. No se trata de eludir, se trata de usar el Tiempo como un recurso más para conseguir tus objetivos.

4- Equilibra la planificación, cuestión básica, con la decisión en tu manera de actuar. En determinados momentos, por mucho que tengamos las cosas planificadas, la vida te exige rapidez de acción, pero no lo confundas con la impulsividad pues ésta conlleva precipitación. El actuar decididamente proviene de una interiorización de experiencias, de una reflexión continuada, lo que se conoce como «tener oficio». Es decir, proviene de la seguridad interna que has adquirido a lo largo de los años. Actuar con decisión no es garantía de éxito, pero es buena muestra de una gran resistencia al fracaso y voluntarismo.

En definitiva, tal y como dice uno de los refranes más conocidos de nuestro Refranero: «El tiempo lo cura todo», y es verdad, siempre y cuando lo conviertas en tu aliado, pues generarás esa cura.