Soy útil

Tu barca
Tu barca

Seguramente esta sea la primera sensación que se pierde cuando te encuentras en desempleo por primera vez. La sensación de que dejas de ser útil en tu entorno y en la Sociedad te puede llegar a dominar de tal manera que llegues incluso, si no lo canalizas convenientemente desde un primer momento, a llevarte a la autodestrucción, a la negatividad y al pesimismo y, en definitiva, al victimismo.

Lo peor es cuando, una vez llegado a este estado de victimismo, todo el apoyo que te brindan en tu entorno más cercano, ya sea pareja, familia, amigos, excompañeros de trabajo … no sirva o, mejor dicho, no permitas que sirva. La consecuencia es que, paradójicamente, los que más sufren tu situación son las personas que te rodean ya que, en resumen, con esta actitud no estás permitiendo que te ayuden, ni si quiera permites que  sus «escuchas activas» te sirvan de resorte sobre el que impulsarte, ganando confianza en ti mismo. Lo normal es que al final declinen hasta eso, el hacer «escucha activa», es lógico, a nadie le gusta perder el tiempo.

Para ti, esta actitud victimista se ha convertido en un refugio, en una zona de confort de la que no quieres salir, ya que desde ese prisma tienes la posibilidad de echar la culpa de todo a cosas que sabes que no dependen de ti, como la Crisis o el Sistema, así, sin mancharte, sin tener que justificarte ni dar explicaciones, sin complicarte. Te cierras en banda y de ahí no sales, ya que estás en posesión de la Verdad y los demás están ciegos. El «profe» me tiene manía y punto.

Amigas y amigos esto es un ERROR, quizás el peor que podáis cometer ya que os puede pasar factura durante el resto de vuestras vidas. El no poneros en «Valor» os coloca sencillamente en el «fuera de juego» de vuestras vidas y, en consecuencia, del Mercado Laboral.

Imaginemos la siguiente situación. Estás navegando en una barca, lejos de la costa, y ésta se rompe a causa de un golpe ocasionado por el fuerte oleaje o por cualquier objeto haciendo que entre agua a borbotones. ¿Qué haces?, ¿apartarte a un lado y dejar que la barca se hunda culpando al mar o al objeto que ha causado el agujero, haciendo caso omiso a los barcos que se acercan por el horizonte? o, de lo contrario ¿te dedicas a achicar el agua para mantenerte a flote con la esperanza de que los barcos que se acercan te vean y acudan en tu ayuda? Esto último es lo que conocemos como instinto de supervivencia.

Pues esto es igual en una situación de desempleo. Todos sabemos las consecuencias que conlleva estar desempleado, afectando a todas las parcelas de tu vida. Por lo tanto se trata de achicar el agua, de minimizar los daños colaterales focalizándolos y localizándolos convenientemente. Si desde el principio canalizas esa sensación de «no soy útil» en acciones, repito, ACCIONES que conduzcan a fortalecer la confianza en ti mismo y a seguir desarrollándote como profesional y como persona, en seguir aprendiendo, en recuperar tiempo en ti, en los tuyos, en hacer lo que te gusta y apasiona, en darle «mordiscos» a la vida, en alimentar y desarrollar tu candidatura, de tal manera que todo esto te lleve a reducir tus problemas en uno sólo, el económico, conseguirás que esos barcos del horizonte, que ahora ves lejanos, acudan a ti, quizás más tarde, quizás más temprano, pero desde luego tienes más posibilidades que acudan a ti achicando agua que arrinconándote sin hacer nada. Si decides hacer esto último ya no es que no acudan a ti, es que ya ni querrás verlos.

Sí, todo esto es muy bonito y fácil de explicar, lo sé, pero yo lo he vivido y sé de lo que hablo. «Achicar agua» constantemente puede llegar a ser agotador, y hay días que te levantas sin ganas porque no ves resultados, no ves los barcos, pero te armas de orgullo y amor propio y emprendes de nuevo la tarea, consciente de que tu esfuerzo traerá frutos. Desde luego no es la posición más fácil, pero os aseguro que es la posición que te permitirá mantener la esperanza, la confianza, la preparación y la fuerza para seguir disfrutando con cómo eres, con los que te rodean, con lo que te gusta y apasiona, sintiéndote útil con el valor que generas, con el valor que aportas a tu entorno, con el valor que éste te aporta a ti, y a afrontar con aplomo futuros retos, profesionales y personales. El mar es grande y siempre hay barcos, siempre.

Autor: Antonio Guerra

Consultor de #RRHH y Empresas en @talento_local, Conocimiento, Desarrollo, PERSONAS

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